sábado, 5 de enero de 2013

del Diario de Humo, otro fragmento

Creo que hería profundamente al sol cuando él, amoroso, caía sobre mí y mi voluminosa pesadumbre, para remediar la negrura con parches de luz, y yo, ingrata, ávida de arena y labor, confeccionaba interminables mortajas con palabras sangrantes, en vistas a sepultar el dolor cuando llegara el día y la hora… Nunca dejó de arrojar llamas por su boca de amante. Ni dejó de repasar con sus dedos dorados mis huesos. Nunca, por evitarme, atajó…


Me asomo al mediodía con una hebra de oración en el labio. El sol celebra la vida prorrogada secándome estas lágrimas de inmediato mientras escribo: Nada es urgente, mi amor… Ya el tiempo de azuzar los perros del hambre pasó… Ha pasado la prisa y el temor a la devastadora propagación del fuego… Pasó la urgencia… pasó… Mírame… estoy flotando. Y puedo, desde el aire, dibujar surcos en la tierra con mis dedos. Es tan fácil…

Sabe que no pasa un día sin que trate de decirle al cielo en confidencia lo mucho que dentro de mí creces… Mientras el sueño se expande contigo al otro lado de tu pecho, ¿adivinará tu espalda lo que en ella escribo cuando duermo junto a ti?

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