sábado, 2 de noviembre de 2013

...espejo

El otoño da pasos de mimo hacia mi corteza. ¿Me ves? La estación interior de los ocres y tierras finge respirar pausadamente…


Pausadamente… Como si en mí las cosas sucediesen de tal modo…

Sigo prohibida, resbalando por el interior de tus rizos como médula de sueño –residual, devaluada, lenta- junto a la tapia que levantaste un día frente a tu boca sobre el titánico NO de tus puntos finales, siempre a balazos o escupiendo piedras, palabras sin ruido acabadas en punta… Pero gusto de verte viva, al otro lado, con tus banderas izadas, presumiendo de color, jugosa, cumplida…Tus sienes soleadas sosteniendo leves sombras de gaviota, alma de mar, empinadas cuestas…. Y ahora sí, al fin, con tus palmas ardiendo hacia arriba, bautizadas con fuego. Los nueves agonizantes, violentamente abiertos, exhalando esporas… al fin… Trémula para mí, silente, no me inquietas… te veo desde otros ángulos, sacerdotisa…y me elevo como conjuro para llover sobre lo sepultado…

Celebro que apartases las sumas de negativos que te restaban y tu puto empeño en hundir el morro en el triángulo invertido de otras, para verte, negándote la mirada sagrada que arrinconabas en el trastero del ojo, y verte negra donde eres un solar de vida… siempre lo fuiste…una insolente luz.

Sigo en el exilio. No muero por verme regresar al lugar donde la alegría pasa revista al blanco de tus dientes… Te sé crecida… cuajada de flores…con el sueño atendido, cuidada, bendecida… te acarician los pies…Te sé bien alimentada… tus cuerdas bien pulsadas…una nota dulce en la voz. Los pequeños milagros se agolpan entre el paréntesis de tu sonrisa y estás en paz con la luna. Me concedes así, siendo, una respiración honda, agradecida, de amigable lomo…Al fin. Aunque me detestes…

No hay una mujer en la tierra que no se nutra de cada latido que regalas, lo sepan o no… todas miran hacia ti desde mundos infinitos y yo, que todavía soy criatura, aplaudo tu metamorfosis y te sonrío desde mi cápsula…

Estamos naciendo…y es la primera vez…y tenemos diez dedos, diez, en cada mano…restaurados, acabados en llama.