miércoles, 2 de abril de 2014

in memoriam



Ya estáis todos bajo el arco.


Faltabas tú, pero ya estáis todos. No menos azules que antes. No tan ariscos como cuando os movíais confinados en cuerpos, demasiado limitados para el fuego plutónico al que servíais. A vuestro pesar, fatalmente, alados. Indescifrables y mudos. Magnéticos. Impenetrables.

Faltabas tú, el muerto más reciente. El que me quedaba. El que escuchaba las voces de los otros. ¿Los oyes, Carmen? Me llaman….

Ya voy… decías.

Sí, te llamaban… Yo también los oía.

Pero mi nombre es de los que se olvidan, sólo les recordaba vagamente a girasoles. No crecen girasoles bajo el arco.

A ti te llamaban porque olías como ellos…. Y yo olía a lo que se deja atrás tiernamente, sin angustia.

Tú, el muerto de los dos corazones, el de las dos lenguas. El de la flecha atravesada en la clavícula. El autor de su noche definitiva, el de la ferocidad calculada, buen lanzador de cuchillos…

Sólo faltabas tú. Y les has dicho de mí, antes de beberte el Leteo: Acordaos, le gustaban las granadas. No sé si sonriendo. Te me has hecho invisible.

No me desvelarás futuros nuevos. No te adelantarás certeramente a más traiciones… Hechicero…

El arco no tiene colores, Carmen. Te lo dije. Una paleta de grises, nada más. Un trazo higiénico. El portal. Las palmas de tus manos, Carmen… mira las cruces… Nosotros teníamos nuestros agujeros, el mapa y el abismo y tú…las cruces. Sabías sonreír sin motivo, estúpidamente. Nosotros, no.

Ahora estás muerto. Como ellos. Y ya estáis todos bajo el arco.

Las últimas cosas que tocaste aún arden, avaras de tu calor, aún arden… para dolerme el duelo como una quemadura.



Carmen Jurado Torresquesana. “In memoriam”