viernes, 12 de octubre de 2012

ahora que nadie nos espía...










Ahora que nadie nos espía, Rey…

Que mengua la luna atroz engullendo la arena lenta de las horas,

Que estamos solos y a solas, los dos, solos y a solas…

Con la renuncia colgando del único dedo ileso que nos queda:

El de acatarnos con furia sin habernos vencido…

Dediquémonos al antiguo vicio de amasarnos, de templarnos la sangre,

De cambiarnos amorosamente las sobadas formas,

De definir y de borrar el trazo en la ternura,

Resbalando mansos por el contorno ambiguo de la carne que cuando no estamos… no es… no pesa.

Enlacemos nuestras lenguas atravesando la mentira del espejo que azulea.

Hagámoslo apasionadamente, ahora, estallando capilares y corolas… ahora

Que el Portal está cerrado

Y las sombras que dejaban su huella sonora en el cristal

Se han salvado

Porque el ave silente de repente dio un gritó… ¡Eh!

…Nunca antes me había dirigido a ti de esta manera

Asomándome a tu silencio desde el balcón de mi diafragma como a un abismo

Con la cremallera del vientre reforzada y abierta

Ante el obelisco del NO expuesta, y a su intemperie, a su rigor… casi con valentía a pesar de esta nieve de huesos que me tiembla.

Nunca me había posado tan leve en la aureola del beso venidero

Que me reclamarás a buen seguro antes de que el invierno llegue

Si tu voluntad es, soberano de mis ígneos despertares,

Conservarme bajo esta carpa de luz para servirte de abrazo o de alimento.

Carmen Jurado Torresquesana

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