martes, 20 de mayo de 2014

fragmento de "Como fantasmas"









Duermes.

Quieres hacerles creer a los que te sonríen que contigo llevas tu cuerpo… tu conciencia de género femenino… el collar de conchas que desenterraste… el arnés para asegurarte en el vacío colgada del pecho de tu hombre… y tu impúdico triángulo acotando la nada.

Él aplaude. Siempre que agitas la cabellera, aplaude… Aplaude hasta la extenuación viendo cómo desalojas los pájaros que te perforan el cráneo y mantienen artificialmente viva tu sonrisa anudada a tu nuca con hilo rojo. Aplaude porque en el fondo sólo es un pobre hombre que gotea dudas aunque quiera creer en las sirenas y le guste chupar las espinas del pescado…

Duermes y sé cómo asaltarte, cómo caer sobre ti como un ala, desprotegerte, exponerte a mi intemperie, al férreo rigor de la mirada cruel que no llegué a proyectar sobre tu frente –sagrado pentagrama donde tendí las notas que no me arrancaste- cuando vivía… Cuando vivía… Cuando vivía ninguno de los dos tenía los ojos azules ni un globo de helio entre los riñones…

Yo no sonrío. Antes tampoco lo hacía: me desequilibraba el rostro. Era oscuro y arrogante. Tenía un cofre con omisiones y el gesto rancio. Ya no…

Pero sigo tu estela… Sigo esperándote… Jadeo como un perro a la espera de tu metamorfosis…

No aplaudo tus ejecuciones. Y lloro mi decepción aferrado a tu pelvis como aire…

Soy el muerto incómodo que orada tu piedra, el que se come la hierba que no plantas. Y tengo mi boca llena de ti, todavía… y tus votos en la palma de mi mano –sólo sombra-.

Te espero… Pero sigues levantando entre los dos, alambradas…

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