domingo, 12 de febrero de 2012

DE UN REFLEJO

Sólo queda la última luz, la robada, la que precede a la retirada hacia el vientre convulso del sueño – ¿se congelarán esta vez los muros de la casa? ¿se agrietarán? ¿Arará la vegetación de hielo el pasillo tornándolo intransitable? ¿Sangrarán mis ventosas al tratar de alcanzar el techo para evaluar los daños?- Retraso mi entrada a la nube. Estiro la sombra del guardián despegándola sigilosamente de la pared para engañar al tiempo. Mis ojos, a su vez, mienten a propósito de la invisibilidad de las manecillas del reloj. Tormenta… en la arena de los demás relojes. Me fijo en el reflejo de la luz… la que se paga a mayor precio cuando todos duermen, la que figura en el paisaje urbano como un faro cuando las demás, agotado el crédito, se abrazan al coma, y se nos espía con frialdad a los insomnes desde ópticas inalterables, alejadas, con el fin de rellenar los cuestionarios de los contables de óbitos. La luz que se refleja en el suelo negro… ese suelo con tan poco acierto escogido, para sustituir al viejo, reventado gracias al hervor subterráneo de las obras, ese suelo habitado por seres grotescos que se asoman a la tercera dimensión, que te devuelven la mirada gélida cuando los miras, ese suelo que hace tan pesados los pies cuando el cielo oscurece ahuyentando el alma amarillenta de la bombilla. Mal sentada sobre un taburete rojo, con forma de malformada tijera, doblada por la mitad, los codos clavados sobre las piernas, las mejillas sostenidas en las manos… estudio la luz reflejada… Y he aquí que los nervios de las baldosas se desplazan nadando bajo la luz de una luna artificial, transformados en amantes, llamando la atención de esos peces que siempre, siempre pueblan mis fondos… Y es que no hay celda que pueda encerrarnos a los escapistas y en su momento, la muerte tendrá la forma de un arco… Safe Creative #1202121071702

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