sábado, 8 de septiembre de 2012

otro fragmento del Diario de Humo

Unos dijeron: cuando lo cuentas te aligeras. Otros apostaron a favor del silencio: calla y olvida. Todos erraron. La naturaleza se ofreció en infusión para aliviarme. En vano. El alivio llegará con un soplo de aire tras la puesta de sol, cualquier tarde de agosto –profetizó el deseo- pero la vergüenza se apresura a disparar metralla literaria para ocultar el rostro y condenar su osadía.


Y avanza la noche con atavío negro dejando su baba de caracol como una costura reluciente en el reloj de arena. Casi siempre escribo para deslizarme por su lomo sin prisa, pues es la urgencia de luz –de todos los insomnes es sabido- lo que hace que el amanecer demore su llegada.

No sé si a los en apariencia silenciosos, se nos transparenta la encarnizada lucha que mantenemos con las horas, mientras simulamos en todas las reuniones, ser meros espectadores de la escena… Luego en la soledad volvemos hacia nosotros mismos una despiadada lengua que no conoce descanso o levantamos mundos residuales de ingravidez donde sobrevivir flotando. De ahí este flujo que no cesa, de ahí este combatir la angustia creando cosas… De ahí el parloteo febril que nace en los dedos y apilar renglones preguntando a base de rodeos si es siempre la causa del llanto la misma causa. Agosto… el panteón donde la muerte dispuso uno tras otro desatados los abrazos que nunca más di.

Quien pudiera hallar descanso prendiendo fuego al cuerpo de estas palabras, dejándolas dormir sobre la tierra en forma de ceniza…

El oleaje se amansa… el sueño se cuelga del párpado como un garfio. Se cierra.

Son las 4:56 de la mañana… El horizonte ya ve los colores solares de una nueva resurrección alzarse. Caigo de bruces, vencida, sobre este expendedor de niebla que es el suelo…






2 comentarios:

  1. ...lo que del alma brota...... vuela y a otras almas llega...

    ResponderEliminar
  2. Siempre es tan apasionante, tan profundo y tan intenso leerte... que me entran escalofríos por todos los recovecos de mi cuerpo.

    Besos rabiosos

    ResponderEliminar