sábado, 24 de marzo de 2012

GATOS

Es la Hora. Devuélveme mi voz y mi ala negra. Te lo ordeno. Con cuánta precisión se cierra el círculo. ¿Lo ves? No. ¿Qué vas a ver? Siempre pendiente de los gatos… Te lo dije… el silencio es un campo de minas. Y no me negarás que me esperabas. Nunca saben estar a la altura –sentencié desde tu sangre-. Están repletos de bolsas de agua donde se asfixian ellos mismos y ahogan a la vez a las efigies que de ti levantaron para su deleite, inventadas todas. Recuérdalo siempre en adelante: Ninguna mujer que se muestre desnuda hasta de su desnudez, merece ser amada. Algunos, por seducirte, llegaron a mostrarte la fotografía del corazón que no poseían, enfrentados a los que te ofrecieron asombrosas vistas del órgano del placer, retorcido y ordeñado hasta el absurdo… el espía… delataba el subtítulo. Después, unos y otros, con el hábito raído de la ausencia, dejaron caer sobre tu noche la suya, aterradora también, noche de granito, erguida sobre sus patas traseras en el pecho de ellos, más amueblada sí que la tuya y con techumbre, con los nombres de sus vástagos escritos en las paredes… frente a la tuya dinamitada y sin techo…Y desde tu pozo –la parte de atrás del ojo con que ves lo que mirar no puedes- los ves diluirse debatiéndose entre lo que no son y lo que los aprisiona. Ya han dejado de mirarte. ¿Existimos cuando ya no nos miran? –te preguntabas sin disimular la angustia. Sí –era la respuesta que siempre quisiste oír y nadie la hizo suya-. Existimos. Pero sólo un instante. Ahora que aprendiste bien que las historias no son lineales, que todo crecimiento es falso si no se da en todas las direcciones, en vano insiste el adorable sol en pintar de verde tu despertar. Te levantas y buscas desesperadamente con la vista a los gatos que dan sentido a la mañana… el té con limón ahoga la última llama de la noche. Un nuevo gracias ofrece su corola blanca al aire. Y si el gato negro –tu favorito- no acude como cada día a sostener la sombra de la tapia, lloras… y no hay consuelo… aunque jamás hayas acariciado su lomo con tu mano: él vive en los tejados de las casas bajitas y tú, al otro lado de la calle, en uno de los pisos altos, engrasas la polea que levanta cada mañana al sol porque no sabes hacer otra cosa. Safe Creative #1203241366860

1 comentario:

  1. Uf, cuanto sentimiento desprende cada una de las frases del texto, he tenido que leerlo dos veces para poder empaparme bien y seguire leyendote, en lo que me queda de mañana.

    Besos rabiosos

    ResponderEliminar